La inspección por líquidos penetrantes es un tipo de ensayo no destructivo que se emplea para la detección de defectos superficiales; discontinuidades tales como roturas, grietas, pliegues, inclusiones, porosidad, etc. Generalmente se emplea en aleaciones no ferrosas y, en algunos casos, en materiales ferrosos –cuando la inspección por partículas magnéticas es difícil de aplicar–; también se usa en materiales no metálicos. El procedimiento básico consiste en pulverizar, mediante aerosoles, un líquido coloreado (penetrante) sobre la superficie de la pieza en estudio. El fenómeno de capilaridad hace que este líquido penetre en los posibles defectos de la pieza. Tras 10-15 minutos de secado se retira el posible líquido sobrante mediante otro líquido (eliminador). Finalmente se aplica un tercer líquido (revelador) que absorbe el penetrante que ha quedado depositado en las discontinuidades, evidenciando los contornos de los defectos. La pieza ya ha quedado lista para su inspección visual y posterior elaboración del informe correspondiente. El proceso es simple y rápido, pero requiere vigilar las condiciones de aplicación: ventilación, lejanía a las fuentes de ignición, evitar la acumulación de cargas electrostáticas, tratamiento de los vertidos…

Las aplicaciones de esta técnica son amplias y variadas: recubrimientos electroquímicos en general, materiales metálicos, plásticos, cerámicas vidriadas, porcelanas… siendo esencial para la inspección de piezas críticas, como son los componentes aeronáuticos, por su función preventiva en fallos de operación que podrían resultar catastróficos.